Publicado el 18 noviembre 2017 | por Arturo García
Editorial de La Asunción somos todos nº 141
(Reproducimos aquí íntegro el editorial del último número de la revista que ha salido publicado con una errata -se han cortado unas palabras- en el número impreso)
Diego Pascual Revert y Jorge Sequí Ramón
Era necesario y sé que lo esperabais. Diego fue enviado por nuestro obispo a otra parcela de la Iglesia el 8 de octubre pasado. Y un 3 de octubre de 2010 otro obispo nos lo regaló para comenzar aquí su ministerio. El 24 de septiembre se despidió de la parroquia en una emotiva Eucaristía repleta de jóvenes y de mayores. De familias. Emocionados, agradecidos, llenos de amor. Pude percibir su ministerio en vuestras vidas. Niños y jóvenes a los que les tocó ser guiados por gracia de Dios, por un sacerdote de la talla de Diego. Como acompañante, como amigo, como humilde servidor. Porque Diego se fue calladamente, porque vivió entre nosotros calladamente. Asomándose a nuestras vidas desde el silencio de Dios. Diego vivía intensamente todo lo que le tocaba y todo lo que tocaba lo hacía parte de su ministerio sacerdotal para vivirlo intensamente. Lo llevaba todo a la Eucaristía, a sus largas horas de oración.
Sé de los centenares de personas, los pobres, jóvenes, niños, matrimonios, enfermos, novios, sacerdotes, que él llevó en su corazón hasta el altar de la Eucaristía todos los días de sus 7 años entre nosotros. Diego sufrió para crecer y porque sufrió aprendió el más noble arte que Dios regala: aprender a amar. Confió. Se dejó guiar. Deseó aprender. Yha sido muy feliz. Nunca le oí quejarse de nada ni de nadie. Amó desde la profundidad. Nunca tuvo golpes de efecto, nada para la galería; siempre en segundo lugar. Por eso está ahora en el corazón de muchos, en el primer lugar: el que se reserva a Jesús y a los dones que Él nos da. La Cañada ha recibido uno de sus mejores regalos en su párroco D. Diego. ¡Bendito quien vino en nombre del Señor! Sí, con sus límites y errores también. Se fue con la incomprensión de algunos, que ni se molestaron porque miran apariencias y colocan casillas; se fue como los grandes, que no caben en entendederas pequeñas. Es la ley de la cruz. Como decía Unamuno: “si no te comprenden, que te estudien”. Se fue, dejando la estela bondadosa y cercana del paso por nuestras vidas del Dios Amor.
Y viene Jorge el 1 de octubre. ¿Os dais cuenta? ¡Cuánto nos ama Dios en esta parroquia! Somos privilegiados: faltan curas por todas partes. Pueblos sin misa dominical, sin atención a los enfermos, sin escuchar la palabra del consuelo, sin poder vislumbrar muchos niños y jóvenes que hay un Dios que llena la vida de sentido. Ahora es el momento de tomar la decisión. abrámosle el corazón. ¿No saldrán jóvenes de nuestra parroquia para ser sacerdotes? No lleguemos tarde. Querido Jorge: sepas que ya te queremos antes de conocerte. Eres Cristo, por eso te queremos ya. Aparte de lo que hagas o no. Es tu persona, es a Quien llevas en tus entrañas en esas risas, en esa acogida afectuosa tuya, en esa alegre felicidad que desprendes Cristo llega a nosotros.
Parroquia de La Asunción: aprovechemos estos dones de Dios en la persona de estos vicarios. Aprovechemos porque quizás un día no tengamos a nadie por quien llorar en su partida. Por quien alegrarnos en su llegada ¡Bendito Dios amigo cercano! ¡Bendito Diego y bendito Jorge!
Vuestro cura, Juan José.