Publicado el 10 octubre 2021 | por Jordi Cerdà
Reflexión al inicio de curso
Al empezar este curso tan esperado y peculiar por todo lo que le ha precedido, todavía tenemos en muchas ocasiones el corazón puesto en el pasado, pero estas ocasiones solo nos han de ayudar a tener presentes en nuestra oración a aquellas personas que todavía están sufriendo por la enfermedad o por cualquier otro motivo, pero sobre todo el mirar hacia detrás nos ha de empujar y animarnos a convertir nuestro corazón en un corazón más solidario. Hemos comprobado con esta experiencia que necesitamos reencontrarnos para vivir, expresar en las calles y en el día a día nuestra fe, en definitiva compartir nuestra alegría y nuestra felicidad, por supuesto cumpliendo siempre las medidas recomendadas y responsablemente. Pero una vez más el Señor nos llama en este inicio de curso a ser cristianos valientes.
Es bueno como siempre, pero más en este inicio de curso, que nos preguntemos que estamos dispuestos a dar en nuestro seguimiento a Jesús, por supuesto en el seguimiento personal, pero también en el comunitario.
Son muchas las maneras como podemos afrontar este inicio de curso, el Señor nos dice a cada uno de nosotros “Ven y sígueme” o “Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres”. Esta es una llamada que recibimos todos los bautizados, es una respuesta que nos hemos de plantear todos sin aplazarla a la espera de un tiempo mejor. Podemos hacer como el joven rico, quedarnos con nuestras riquezas y orgullos pero entristecidos, incluso intentar muchas veces convencer incluso a Dios de que necesitamos esas riquezas. O podemos hacer como los apóstoles, conscientes de nuestras flaquezas y debilidades fiarnos, dejar nuestras riquezas encima de la mesa y con libertad seguir a aquel que nos ha prometido la Vida.
En este nuevo curso retomamos los trabajos que dejamos pausados hace dos, las reflexiones del Plan pastoral, y muchos otros trabajos, que nos han de llevar a vivir la comunión entre todos los miembros de nuestra comunidad, potenciar la celebración y el sentido del domingo y juntos redescubrir la vocación evangelizadora y misionera de cada cristiano en nuestra vida.
Iniciamos un nuevo curso, y estamos invitados a ver qué «riquezas» no ponemos al servicio de los otros, qué «bolsas», qué «Señor, ¡esto no me lo pidas!”. ¿Qué es aquello que a menudo hace que nuestro seguimiento sea tan mediocre? No pensamos en cosas extraordinarias sino en las de cada día.
Ahora que empieza el curso no hagamos grandes propósitos que se quedan muy pronto en nada, hagamos una oración profunda, sincera y sencilla para estar cerca de Jesús y ser siempre libres para seguirle.