Colaboraciones

Publicado el 27 noviembre 2020 | por Comunidad

La actualidad del Belén

Por José Miguel Nemesio y Tere Górriz 

Desde hace años, nuestro tradicional belén sobrevive con dificultades. Es cierto que hoy pueden conseguirse toda clase de figuras de buena calidad y a unos precios razonables, así como toda clase de accesorios y complementos como fuentes, luces, piezas con movimiento…, incluso se nos ofrecen algunos nacimientos acabados con todos sus personajes y enseres ya colocados, pero el montaje familiar del belén con sus diversas escenas poco a poco va cayendo en el olvido.

Por eso me pregunto, ¿qué puede aportarle el belén al hombre actual?, ¿con qué argumentos animaríamos a las familias a continuar con esta tradición tan entrañable? Al creyente no haría falta darle demasiadas razones, debiera bastarle su propia fe para moverlo a superar su pereza y apatía, y más cuando no parece tenerla para asimilar otras costumbres con menos sentido cristiano. Pero ¿y al no creyente, al agnóstico que no comparte esa fe?, ¿acaso hay en el belén algo que le interpele, que le diga algo?

Se me ocurre que podríamos hablarles en principio del valor estético del belén, pero con razón, surgiría la objeción de que, para muchos de nosotros, el resultado de nuestra labor artesana seguramente quedaría bastante lejos de la excelencia. Podríamos quizás apelar también al sentimiento, a la tradición familiar, a la conexión con nuestros antepasados, pero la experiencia demuestra que vivimos en un mundo ávido de novedades, pendiente de la última moda y en el que las costumbres, por muchos años que tengan, cuando carecen de convicción suelen ser casquivanas y mudables, de modo que por ese camino dudo de que convenciéramos a nadie. El sentimiento de identidad, de que formamos parte de una comunidad que vive la fiesta y las celebraciones de una forma concreta que nos aglutina como pueblo, tampoco creo que sea un cemento lo suficientemente fuerte para la pervivencia del belén en nuestras casas.

Así pues, ¿habremos de conformarnos con relegar el belén a los espacios públicos en montajes monumentales? ¿No nos queda ninguna razón de peso para mantener el belén dentro de nuestros hogares? Afortunadamente, creo que no, todavía nos queda un último argumento, a mi parecer de suficiente entidad, se trata del pedagógico. El belén nos cuenta una historia preciosa con unos personajes que tienen algo que enseñarnos a todos, a nosotros y a nuestros hijos:

El belén nos habla de cómo el afán de poder puede corromper a un hombre, hasta convertirlo en un ser cruel y mezquino. Herodes no sólo mandó asesinar a todos los niños menores de dos años de Belén y sus alrededores, también, entre otros muchos, hizo ejecutar a una de sus esposas y a tres de sus propios hijos, acusándoles de conspirar contra él. Y junto a Herodes están los soldados que cumplieron la orden de matar a los niños de Belén, en ellos se ven reflejados los que carecen de opinión y conciencia, quienes se dejan arrastrar y manipular, eludiendo su responsabilidad con la excusa del cumplimiento del deber, no se cuestionan nada de cuanto hacen o dejan de hacer, para ellos lo único importante, es cobrar su paga.

En el belén encontramos igualmente a la persona que pierde la ocasión de su vida, por no saber reconocer lo que tiene delante. El posadero pudo haber pasado a la historia como el mejor de los hombres, pero no quiso complicarse la existencia haciendo un hueco en su casa a una mujer a punto de dar a luz, al fin y al cabo, no era su problema, que se las arreglaran como buenamente pudieran.

Pero también encontramos ejemplos positivos: están ahí los pastores, gente humilde y sencilla, que acuden al pesebre, y con alegría comparten lo poco que tienen. Están, cómo no, los magos. Son unos extranjeros de otra raza, con una cultura diferente, de una religión muy distinta, pero que, ante todo, por encima de sus creencias, buscan la verdad, aunque para hacerlo tengan que dejar sus familias, su patria, su comodidad. Están el buey y la mula acompañando y ofreciendo su calor en medio del frío de la noche, y a través de los que se hace presente en la escena, la misma creación.

Están José y María, una pareja de jóvenes que supieron decir “sí” a la vida, asumiendo hasta sus últimas consecuencias la responsabilidad que esa decisión conllevaba.

Está, finalmente, Jesús como un recién nacido, para quienes creemos en él, el Dios con nosotros encarnado por amor al hombre, para otros muchos, motivo de controversia, pero, en cualquier caso, origen de un mensaje que desde hace algo más de 2000 años, poco a poco, con sus valores va transformando el mundo.

 

 

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